SUPRESIÓN DE CONCIERTOS

Dicen que esta temporada,
por causas que yo no acierto,
la Banda Municipal
ha suprimido el concierto
que venía celebrando,
desde tiempo inmemorial,
todos los días festivos
del invierno, en el Rabal.

Aseguran que el Alcalde
tal decisión ha tomado
porque, por lo visto, existen
muy pocos aficionados;
y estima que no merece
la pena el estar soplando
dos horas, para que haya
media docena, escuchando,
mientras que la mayoría
de la gente que pasea,
sin la mínima atención,
charla, grita y “gamberrea”.

Si los que tal cosa dicen
estuvieran en lo cierto,
creo que no es medida justa
el suprimir el concierto,
pues, aunque haya mayoría
sin gusto y sin afición,
no se debe, a los melómanos,
privar de satisfacción.

Tal proceder supondría
un absurdo tan completo,
como quitar las escuelas
en un pueblo analfabeto.
En mi modesta opinión,
se debe hacer lo contrario,
es decir: que haya conciertos.
Pero estimo necesario
adoptar ciertas medidas
para hacerlo en condiciones
que aíslen al devoto oyente
de gamberros y chillones.

Si desde cierta distancia,
a todo el que va pasando,
se suplicara silencio,
cuando están ejecutando,
se escucharía el programa
total y perfectamente
y aumentaría enseguida
la concurrencia de oyentes.
Pues, no es que falte afición
en el público hellinero.
Si no va más es porque,
el oyente verdadero,
aquel que, escuchando música
siente deleite y placer,
si no le dejan oír,
solo va allí a padecer.

Si se hace como yo digo,
pronto verán que no miento.
Si no, tendré que decir
nuevamente:

LOLA MENTO