FERIAS DE ANTAÑO
Cedente
Agustín Cifuentes- Alejandro Tomás Ibáñez (ATOMI)
-
A mí, las ferias de agora
no me acaban de gustar;
las del principio de siglo
me gustaban mucho más.
Creo que estaba mejor
como se ponía endenantes,
a un lao, to lo de montar,
en otro, tos los feriantes,
y, toas puestas en rilá,
estaban las turroneras,
a lo largo del Rabal.
Y la Cuerda, así llamaban
a la feria del ganao,
la ponían en los rastrojos
que habían dejao los sembraos,
junto a la Plaza Santa Ana,
y allí iban los labraores
a mercar los animales
precisos pa sus labores.Entonces tenía le Feria,
mu útil finalidad,
que era: mercar muchas cosas
que no se podían mercar
en el pueblo; pus, no había
comercio de algunas cosas
necesarias en la vía.
Por esa razón la gente
se tenía que esperar
a que llegara la Feria
y, allí, poderlas mercar,
pero agora, hay en Hellín
comercios, de tó, mu guenos
donde se “pué” adquirir
tó lo que necesitemos.
Por eso, ya a los feriantes
les queda poco que hacer
y cada año vendrán menos,
disquia desaparecer.Creo que en mi juventud
la Feria era otra cosa
más animá, divertía,
simpática y bulliciosa.En la Plaza de la Iglesia
se ponían los feriantes;
unos mirando p´atrás,
y otros mirando p´adelante,
formándose callejones
con un trazo tan distinto
que aquello se convertía,
talmente, en un laberinto.
Y, en el rellano del Templo,
los músicos, sin parar,
tocaban tuicas las tardes
hinchándose de soplar.Entonces, había dos Bandas
de músicos en Hellín:
una que la dirigía
el Maestro Pelegrín;
otra la de Juan Losada,
llamá LA UNIÓN MUSICAL,
y que estaba dirigía
por el maestro Alberto Prats.
Y, como había competencia
uno y otro director
le arreaban a los músicos
pa ver quien lo hacía mejor.Había siempre una pará
que vendía tó a peseta,
y había una hermosa rifa,
que, a perrón la papeleta,
había veces que tocaba
una vajilla completa…A la hora del paseo,
¡cómo se ponía el Rabal!
Toas las mozas y los mozos
que no acudían a comprar,
y, había que ver el tronío,
la elegancia y señorío,
que por allá derrochaban…
Porque acudía un mujerío
que toas eran de primera.
Aquellas dieron la fama
a la mujer hellinera
de ser las más arrogantes
y guapas, de España entera.Y, aluego, en la Plaza Nueva
estaban los “caballicos”
y un barracón, con un órgano,
que tenía unos muñequicos
que bailaban a compás
de la música; y, si entrabas,
una guena hartá de vistas,
por tres perricas te daban.Pero, lo mejor de tó,
era, con seguridad,
las funciones que se daban
en el Teatro Principal.Yo, tuicas las noches iba
a elantera de anfiteatro,
más que por ver la función,
por ver como estaba el Teatro.¡Qué lujo y qué señorío
había en aquel salón
que tenía este Teatro,
tan majo y tan coquetón!Las plateas y los palcos,
que era lo más preferente,
las tenían abonás
las familias más pudientes,
y cubrían las barandas
una deslumbrante fila
de pañolones bordaos
y mantones de Manila.El público de butacas
iba con antelación y,
a cá palco que se abría
se oía una exclamación.-Mira que niña tan guapa
esa que acaba de entrar,
la que está en esa platea.
-¡Sí, es Paquita Salazar!
¿Y las que están a su lao
y tién tan preciosas caras?
-¿No las ves? –Son Guadalupe
y Mari Pepa Guevara.
-¿Y aquel señor del proscenio
que termina de llegar?
-Es don Ricardo, el Alcalde,
con su sobrina Pilar.
-Aquellas que están tendiendo
aquel hermoso mantón,
por delante la platea
son las hijas de Absalón,
y las que están a su lao,
con vestíos tan hermosos,
son Clara y Encarnación,
las de don José Precioso.
-Y las que hay, a la par d´ellas
con mantón bordao en realce
y vestíos tan bonicos,
son las hijas de Valcárcel.-¡Qué colección de mujeres
en los palcos de los pares…!
-Son Gloria y Anita Serra,
Pepa y Maruja Pallarés.
-Y aquella tan elegante
y esa niña tan salá
son Rosalía Velasco
y su hermanica Pilar.-¡Mira, las de Lacourreye,
que guapas, es el disloque…!
-Las que hay a continuación
son las hijas de Don Lope.
-Y Manolita Lorenzo,
con su cara tan divina…
-Sí, mujer, aquella que hay
con Fe y Caridad Codina…-Pos mira pa el otro lao,
porque allí hay un sinfín…
-Son Lola y María Oñate,
Gloria y Presenta Marín,
Angelica, la de Oliva,
que va painá con mucho arte,
Lolica, la de don Pío,
aquella es Marina Ugarte.
-¡Huy, que guapísima es!
Es que tié un rostro divino.
-Por allí, están las Uberos
y Pepica Montesinos,
y más allá otras dos Pepas
que también son de guen ver:
son Pepa, la de La Elisa
y la Pepica Pradell.-¡Mi madre, que mujerona,
aquella, la del mantón…!
-¡Anda, pus no has dicho ná!
¡Si es Basilisa Falcón!Y, así, pendiente la gente
más que de ver la función,
en ver tanta gente guapa,
tanto lujo y distinción,
se pasaba la velá.Y, a la salía, los hombres,
por ver de cerca pasar,
tanto rumbo y tanta gracia,
tanto garbo y tanta sal,
por toa la calle de Guardas
formaban un callejón
y allí se oían requiebros
y frases de admiración;
y se cruzaban mirás
encendías de pasión.
Muchas de las que he nombrao
las tié ya Dios, en su gloria.
Pero Hellín las tendrá siempre,
presentes en su memoria,
por guapas, por hacendosas,
por guenas, por retrecheras,
porque fueron prototipos
de la mujer hellinera.Y estoy segura, paisanos,
que toas esas señoras
que acabo de mencionar,
las que viven aún recuerdan
el encanto singular
que tenían las funciones
del Teatro Principal..