EL BÓLIDO
Mes de publicación
Diciembre 1990Cedente
Agustín Cifuentes- Alejandro Tomás Ibáñez (ATOMI)
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Cuando yo era una mocica,
en nuestro pueblo no había
pa poder comprar helao,
ni puestos, ni heladerías.Un vendedor ambulante,
desde el día e LA ASCENSIÓN,
con su vasera y garrafa,
recorría la población,
pregonando en las esquinas,
a veces: -¡Limón helao!...
Y otras, cambiando el pregón,
voceaba, en otro tono:
-¡Hoy hay rico mantecao,
y le doy, al que me lo compre,
un barquillo regalao!...El que vendía el helao
con tan singular pergeño,
era un hombre, llamao EL BÓLIDO, simpático malagueño,hombre humilde, emprendedor,
con toa esa simpatía
que, generalmente, tienen
tos los de la Andalucía.Apareció en Hellín,
de una manera casual,
y como, pa hacer su vida,
le gustó nuestra ciudad,
deseguía caviló,
que quehacer podía emprender
que le diera lo preciso
pa poderse mantener
y, al enterarse que aquí,
aquel entonces no había
naide que se dedicara
a explotar la heladería,
vio que en esto había un filón
que se podía explotar,
y que, con poco dinero,
era fácil de montar.Adquirió un par de garrafas,
y se hizo una vasera,con una serie de vasos,
cuya capacidad, era
la que señalaba el precio
que se habría de percibir
por el helao que, en cá uno,
se nos pudiera servir.El fondo de la vasera
de referencia, llevaba
una “zafa” e porcelana,
tuica llena de agua,
que servía pa dejar
enseguidica, fregaos
los vasos que en cá servicio,
se habían utilizao.Y como el agua e la “zafa”,
no la solía cambiar
disquia que EL BÓLIDO se iba
a su casa, a descansar,
después de varios servicios,
en la “zafa” resultaba
que el agua que contenía
estaba llena de babas
y de restos del helao,
por lo que, entonces, los vasos
se quedaban mal fregaos.No obstante, como no había
otro medio habilitao,
tuico aquel que le gustaba
el degustar el helao,
a lo que vendía EL BÓLIDO
se tenía que agarrar,
y lo tomaba con gusto
sin pararse a reparar
que el helao que le servían,
babas podía llevar.
Como EL BÓLIDO era activo,
algo tuvo que inventar
pa ganar lo necesario
durante el tiempo invernal,
en que, vender el helao
resultaba inconveniente
y estableció la costumbre
de vender café caliente.Con la ya dicha vasera,
y, en lugar de la garrafa,
una enorme cafetera,
a la hora de cenar,
EL BÓLIDO, toas las noches,
recorría la ciudad,
parándose en cada esquina
sin dejar de vocear:
-¡Al rico café caliente!
Y al reclamo iba acudiendo,
a comprarle, mucha gente,
pus, el café que servía,
era “güeno” de verdad
y por una taza llena
cobraba, tan solo un “rial”.El primer cuafrto de siglo
EL BÓLIDO fue de verdad,
un típico personaje
que animó nuestra ciudad.Presente los días de fiesta,
de manera permanente,
en las calles y paseos
donde sabía que había gente
y donde había chiquillos,
pus, EL BÓLIDO sabía,
que sus mejores clientes,
eran la chiquillería.
Con sus trabajos constantes
y de forma permanente,
EL BÓLIDO, consiguió
un vivir tranquilamente.Pero ya en los años veinte,
su negocio decaería
por haberse establecío
una nueva heladería,
que le hizo competencia
con grandísima ventaja,
pus la gente prefería
un helao duro y en rajas
que, entre dos grandes obleas
con gran esmero vendían,
dándole el nombre de CAMBI,
en la nueva heladería,
al que EL BÓLIDO llevaba
y que servía a la gente,
en vaso lleno de babas.
De aquel simpático BOLIDO,
no se cual sería el fin,
al decaer su negocio,
desapareció de Hellín,
sin que naide, en nuestro pueblo,
lograra saber después,
a donde se fue a parar
ni qué había sio de él.Al “rico limón helao”,
lo desterró el “helao sólido”,
mas los que en aquellos días,
éramos chiquillería
aún recordamos al BÓLIDO,
con su pregón depurao
ofreciendo “El mantecao,
con barquillo regalao”