Aunque en momentos de apuro
hubo de actuar de Cartero,
fue, desde su tierna infancia,
entendido pescadero
que supo y sabe sacar
al jurel y a la sardina
mas producto que vendiendo
diamantes o perlas finas.
Pese a su nombre de hebreo,
no es tacaño, lo aseguro;
pues, no ha mucho que gustoso
aportó sus veinte duros
a la suscripción abierta,
con gran longanimidad,
para hacer, con otros cuantos
una obra de CARIDAD.
Se jubiló en su negocio
y ahora, vive retirado;
dedicandose a cuidar
sus posesiones del Prado,
y está convirtiendo aquello
en jardín encantador,
demostrado que también
es un gran FLORICULTOR.
JERINGUIQUE