CRIMEN PASIONAL
Mes de publicación
Noviembre 1990Cedente
Agustín Cifuentes- Alejandro Tomás Ibáñez (ATOMI)
-
Hace ya muchismos años,
según contaba mi “agüela”,
ocurrió en nuestra Ciudad,
esta historia verdadera,
que agora voy a contar,
la que causó en toa la gente,
indignación y estupor,
por lo triste y sorprendente.
En una céntrica calle
de abundante población,
se levantaba, vetusta,
una señorial mansión,
que destacaba ostentosa,
como una preciosa prenda,
al ocupar sus contornos
humildísimas viviendas.En la casa solariega
vivía un viejo caudillo,
hombre de rancia nobleza
de los de horca y cuchillo,
con numerosa familia,
compuesta de noble esposa,
dos hijas, Ana y María,
simpáticas y hacendosas,
y tres hijos “güenos” mozos:
FELIPE, JACINTO y JUAN,
los últimos, estudiantes,
y el primero, un haragán,
uno de esos señoritos,
que viven sin hacer “na”,
camorrista, mujeriego,
presumiendo sin parar,
y sin otro patrimonio
que “ser hijo de papá”.Pese a tales condiciones,
como era un mozo garrido,
y tenía simpatía,
lograba relacionarse
con tuicos los que quería.Sabía embaucar a la gente
fingiendo sincero afecto,
ya que, sus marchonerías
ocultaban sus defectos.
Frente al referío “Palacio”
se alzaban unas viviendas
de mu reducío espacio,
donde vivía una modesta
familia de agricultores,
compuesta de un matrimonio
con una hija, DOLORES,
moza que brillaba mucho
a pesar de su humildad,
por su dulce simpatía,
su belleza y su bondad.Es fácil adivinar
que aquel gran conquistaor,
a una vecina tan bella
pretendió hacerle el amor,
valío de la confianza
que otorga la vecindad
y de l respeto que, entonces,
se solía dispensar,
por las personas humildes,
a las de más calidad.
FELIPE, en cuanto podía,
solía hablar con DOLORES,
y cuasi siempre acababa
requiriéndola de amores,
pero ella, mujer prudente,
mu lista y mu comprensible,
nunca perdió la cabeza,
porque sabía imposible,
en aquel tiempo ancestral,
la boda de un hombre noble,
con la hija de un menestral.Así, siempre que FELIPE
de amores la requería,
con las siguientes razones,
DOLORES, le respondía:
-“Te confieso que me agradas
y que sería dichosa,
si no hubiera inconvenientes,
que me impiden ser tu esposa.
Uno, tu mala cabeza,
pus, no resulta prudente
aceptar como marío,
a un juerguista impenitente.
Y otra, la más principal,
es que persona tan noble,
no “pue” tener por esposa
mujer tan humilde y pobre”
Ante tales negativas,
obsesionao con exceso
por la actitud de DOLORES,
FELIPE perdía el seso
y acosaba a la muchacha,
siempre que estaba a su alcance,
de tan violenta manera,
que la ponía en el trance
de no poder asomarse
a la puerta de su hogar,
ya que en cuanto la veía,
rápido la iba a abordar
con el ánimo exaltao,
pus, consideraba ofensa
el verse así, despreciao,
cuando, a conseguirlo to
lo tenían acostumbrao.
Pa amortiguar la violencia
de su ímpetu amoroso,
no bastaron ni razones
ni consejos cariñosos,
ni las recriminaciones
que, con indigná entereza,
le hacía su anciano padre,
recordando su nobleza,
pa hacerle reflexionar,
que, con persona plebeya
no se podía casar.Tanta recriminación
y la firme negativa
de DOLORES, que mantuvo
su actitud, digna y altiva,
en el alma de FELIPE
causaron tal depresión,
que precisó, pa aliviarlo,
llevarlo a una reclusión.
Más de un año hacía ya,
que FELIPE estaba ausente.
Durante tuico ese tiempo,
fue mu tranquilo el ambiente
que reinó en aquella calle,
sin que turbara la calma
de sus humildes vecinos,
ninguna señal de alarma,
pus, la casa solariega,
con la ausencia de FELIPE,
quedó en calma y silenciosa,
sin que, allí, naica replique.
Sin que naide lo advirtiera,
ni llegara a sospechar,
FELIPE volvió asu casa,
vísperas de Navidad.Se dijo que, aunque no estaba completamente curao,
como se encontraba, ya,
de sus “manías” “calmao”,
los médicos permitieron
que se pudiera marchar
a pasar con su familia
los días de Navidad.Era el día de NOCHEBUENA,
la mañana de aquel día,
DOLORES, llevaba al horno
unos “delicaos”, que hacía,
con el fin de celebrar
el nacimiento del NIÑO,
en la humildad de su hogar.Apenas pisó la calle,
de la Casa Solariega,
se abrió de pronto la puerta
y salió FELIPE de ella,
armao con una escopeta.Le cortó el paso a DOLORES, diciéndole con crudeza:
-Por negarme tus amores,
he perdío la razón
y me hubieron de encerrar.
Como tú eres la culpable
de ello, te voy a matar.Y apuntando su escopeta,
con agilidad y presteza,
disparó contra DOLORES,
dos tiros en la cabeza,
con tan fatídica suerte
que la infortuna muchacha,
caía a sus pies, inerte.Este fue el triste final
de aquella humilde mujer,
cuyo único delito fue
defender su honradez.
Al enterarse del crimen,
tuica la gente indigná,
en protesta clamorosa,
al autor quiso linchar.Fue preso, mas como estaba
considrao como un loco
y gozaba de influencias,
su prisión duró mu poco,
pero continuó internao,
pus, su revulsiva acción,
hizo que se perturbara
totalmente su razón.No mucho tiempo después,
tuvo Hellín el testimonio
de que el desgraciao FELIPE,
falleció en un Manicomio.