AMALIO
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Septiembre 1989Publicado en
SoleraCedente
Agustín Cifuentes- Alejandro Tomás Ibáñez (ATOMI)
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Era AMALIO un hellinero
de carácter singular,
alegre y dicharachero,
que se hizo popular,
por sus bromas ingeniosas,
sobre tó, cuando bebía
cosa que solía hacer
de ordinario, tos los días.Renqueaba fuertemente.
Era, de brocha, pintor,
por eso, se conocía
como EL COJO, el BIANQUAOR.Manque, en sus horas de asueto,
solía ir a medios pelos,
en sus horas de trabajo
era un trabajaor modelo,
activo y mu competente.
Por eso y su simpatía,
le apreciaba toa la gente.Cuenta que, en cierta ocasión,
tuvo Amalio un ayudante
que su trabajo lo hacía
acompañao, por el cante
de un martinete a un tango,
Pa remediar esto, Amalio
dijo al muchacho: -Al cantar,
trabajando, en ves de un tango
canta la Marcha Real.
Si acompasas el trabajo
al cante ves al momento
que cuando cantas un tango
trabajas mucho más lento.El impuesto de Consumos
existía en aquellos tiempos,
que eran cuotas que tenían
que darse al Ayuntamiento,
tos los vecinos del pueblo,
desde el más bajo al más alto,
en proporción a sus bienes,
pa lo que hacían un reparto.
Resultó que. en tal reparto,
se le hubo de señalar
a AMALIO, una de esas cuotas,
que él nunca llegó a pagar,
por lo que, el recaudador
sus bienes, mandó embargar,
El domicilio de AMALIO
unas camaricas eran,
con una pequeña puerta,
al final de la escalera.Al presentarse el Agente,
pa el mobiliario embargar,dijo Amalío, desde arriba.
-¡No subas, te lo voy a echar!
y con estrépito echó
por la escalera, a rodar
la cuba que los blanquiaores
llevan pa poner la cal.
-¡Ahí va la cómoda!- dijo;
Y, enseguida, te echaré
el aparaor que tengo,
con to lo que hay pa comer,
manque sea comía pocha,
y le echó unos cubos viejos,
unas cañas y unas brochas.Una noche, en el Rabal,
iba bastante bebío,
y, manque él no hizo na,
el se vió metio en un lío.
Acudió la policía
Y, por si era o no era,
lo encerraron y pasó
toa la noche, en la perrera.Al soltarlo, al día siguiente
y decir; -¿quiés alegar?
Contestó: -Si, que prometo
que me la habéis de pagar.Pasaron algunos días.
se había olvídao, la cosa,
cuando, una noche, observaron
que, de forma sospechosa,
merodeaba el Amalio
por la puerta de la Inspección,
llevando, bajo su blusa,
un bulto, en forma de zurrón.
Sin dar tiempo a reacción,
sacó una cosa redonda,
blanca, y con mecha encendía,
y dijo: -¡Ahí va esa bomba!Al ver aquello, la gente
que se hallaba, en la Inspección
salió corriendo a la calle,
huyendo de la explosión.Al rato, los fugitivos,
con miedo y con precaución.
viendo que no explosionaba,
volvieron a la Inspección
viendo que aquello, era sólo
una bomba de tramoya,
pus era, sólo una mecha,
metía en una cebolla.