Con habilidad, pericia, 
gusto, trabajo y esmero, 
dedicó toda su vida 
a endulzar al hellinero.
Fue aprendiz en "La Esperanza", 
pero, en cuanto tuvo bienes, 
para evitar que dijeran: 
"La Esperanza lo mantiene", 
el nombre de su negocio 
sustituyó a toda prisa, 
y acreditó en toda España, 
el título de “La Elisa”, 
y sus constantes anhelos, 
que recorrieran el mundo 
sus famosos caramelos.
Esto en lo profesional 
que el hombre a que me refiero, 
en su aspecto personal, 
es jovial , dicharachero, 
ocurrente, emprendedor, 
con simpatía sin fin; 
y entusiasta empedernido 
de la tradición de Hellín, 
manteniendo con unción 
usos de nuestros abuelos, 
tira, al pasar San Rafael, 
anises y caramelos. 
Y es, en la Semana Santa 
elemento de primera: 
cuida siempre de que “El Gordo” 
luzca una hermosa palmera; 
y organiza Loterías, 
trabajando sin desmayo 
con la ilusión de que salgan, 
con su Paso, los caballos.
En suma: un gran hellinero 
de los que viven felices 
y tranquilo, que en su vida, 
no hizo nada "por narices".
JERINGUIQUE